viernes, 1 de abril de 2011

La socialdemocracia y el internacionalismo.


Respuesta.

De vez en cuando uno tiene el defecto (o la virtud) de indignarse ante un determinado artículo. Esta vez me ha sucedido con “Socialdemocracia, solidaridad, internacionalismo”, aparecido el 31 de marzo en Elpais.

Antes de comentar el texto conviene detenerse en los autores. En primer lugar, aparece George Papandreu, primer Ministro de Grecia. Es imposible ver este nombre y no preguntarse: ¿Qué hace este buen hombre preocupándose por la internacional socialista con la que está cayendo en su país? A continuación, figura Alpha Condé, presidente de la República de Guinea. No sólo aparece como autor, también se cita, en un alarde de modestia y objetividad, como protagonista de las primeras elecciones libres de ese país. El exotismo aumenta con el siguiente abajofirmante: Jalal Talaban, Presidente, para quién no lo sepa, de la República de Irak. Me lo imagino en su despacho de Bagdag, entre bomba y bomba, escribiendo el artículo sobre la internacional socialista. O mejor, chateando con los coautores: “Papandreu, ¿qué te parece que pongamos algo sobre el cambio climático?”.  Y finalmente se encuentra el nombre de Ricardo Lagos: Ex Presidente de la República de Chile. “Last but not least”, pues me temo que es este último, demasiado ocioso tras haber detentado algo de poder, quién ha pergeñado el texto.

Con estos rocambolescos autores era previsible un texto gris pero la banalidad del artículo supera todas las expectativas.

El artículo quiere situar a la Internacional Socialista junto al movimiento democratizador de los países árabes y de otros lugares del mundo. Y a continuación señala que la Internacional Socialista se ha configurado como un foro en el que se desarrolla la solución a la crisis económica, al cambio climático y a la guerra en el mundo. Un fragmento revelador:

“En todas estas áreas, la democracia, la economía mundial, el cambio climático y la paz, la Internacional ha roto esquemas en los últimos años, apelando a un verdadero internacionalismo…”.

Como leen: según el artículo,  la Internacional está rompiendo moldes. Cabe pues preguntarse: ¿Qué diablos ha hecho la internacional socialista en los últimos años? Nada relevante. Esa organización está agonizando, y antes de que se derrumbe completamente, alguno de los muchos conferenciantes e internacionalistas que viven a cuenta de ella ha decidido hacer una campaña de marketing. Esa es la verdadera razón del artículo.

La última cosa, y no precisamente meritoria, por la que se conocía a la Internacional Socialista era por dar cabida en su seno al ex dictador Mubarak. Éstas cosas pasan, no sólo los mandatarios socialistas reconocían al expresidente de Egipto como un primus Inter pares. Así que entendería que corrieran un tupido velo sobre esta cuestión… ¡pero decir ahora que la Internacional ha promovido las revueltas democráticas me parece un exceso y un insulto a la inteligencia!

El problema de esta organización es que agoniza pero no muere. De hecho puede decirse que tiene una mala salud de hierro: Lleva más de 30 años sin que nadie entienda su función, y ahí sigue… Podrían buscarse muchas causas pero yo no puedo evitar pensar que tienen un himno fantástico que les mantiene en pie. “La Internacional”, la canción, es su gran baza, la macarena de los himnos, una música que todavía sigue emocionando allende los mares.

Volviendo a la tierra, considero que el debate no debe centrarse en la Internacional socialista, sino en el carácter internacional de la Socialdemocracia.

Esto es, ¿debe ser el internacionalismo un rasgo fundamental del socialismo democrático? Mi tesis, controvertida, es que no, y animo a cualquiera de los pocos, pero cualificados, lectores del blog a que me convenzan (aquí o en los comentarios) de lo contrario. Ahí van los puntos en los que se fundamenta mi opinión:

1. Toda la retórica internacionalista (el himno, la propia organización, el discurso…) es anterior al nacimiento de la Socialdemocracia; tiene su origen en el marxismo, en la lucha entre proletarios y capitalistas que no conocía fronteras. Por lo tanto, igual que se renunció a la lucha de clases, esta fuerza política debería soltar el lastre de la retórica internacionalista.

2. La socialdemocracia es un fenómeno que solo se da en Europa. Salvo contadas excepciones; no existen partidos socialdemócratas fuera del viejo continente. Un socialdemócrata tiene más similitudes con un liberal o demócratacristiano europeo, que con un socialista de otro continente.

3. El sello distintivo de la socialdemocracia es el Estado de Bienestar; y este Estado no es exportable a un ámbito supranacional o internacional. Esto es, nunca habrá un Estado de Bienestar Europeo, ni, por supuesto, o un Estado de Bienestar Mundial.

Por lo tanto, la socialdemocracia, para afrontar su futuro, debe despertar de su sueño internacionalista. Durante los últimos años, muchas voces han señalado que la Globalización económica exigía trasladar el proyecto de la socialdemocracia (Estado de Bienestar) a nivel mundial; pues los mercados habían dejado de ser nacionales, y las empresas se movían por todo el mundo sin cortapisas. El diagnóstico sobre la globalización es certero, pero no sucede lo mismo con la receta: no es realista plantear un Estado Social Europeo o Mundial. Por supuesto, será necesario una mayor coordinación económica y una concertación de las políticas estatales, pero para ello más que por un internacionalismo trasnochado y sectario, conviene guiarse por un pragmatismo sensato que incluya pactos con las diferentes familias políticas.

Firmado: Hedonista.

1 comentario:

  1. La verdad es que el artículo de la Internacional Socialista no tiene nombre: ¡qué morro que tienen en reivindicarse como promotores del cambio en los países árabes cuando Mubarak pertenecía a la Internacional! Ahora bien, una cosa es que la Internacional como organización no sirva para mucho, y otra cosa bien diferente es que la Socialdemocracia tenga que renunciar a su internacionalismo. Una de las cosas que diferencia a esta fuerza política de otra es la defensa de la igualdad y la solidaridad, y esto necesariamente ha de llevar a un proyecto global que persiga acabar con las injusticias. Y, por otra parte, si el Estado de Bienestar que, como señalas es su sello distintivo, cada vez se ve más amenazado por las consecuencias de la globalización, algo tendrá que hacer para evitar este proceso, y en parte, eso pasa por actúa a nivel internacional. Estoy de acuerdo contigo, eso sí, en la modificación del discurso, sobre todo a nivel simbólico.

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